Rafael Galera Martínez
La lactancia materna (LM) se asocia a una reducción del riesgo de la madre de presentar cáncer de ovario (30%) y cáncer de mama, efecto que aumenta a mayor duración de la LM y además se ha descrito un efecto protector frente al desarrollo de diabetes tipo 2.
Pero el mayor beneficiado sin duda es el niño. A corto plazo se asocia a una reducción de morbi-mortalidad, ayuda al desarrollo de la microbiota, protege frente a infecciones respiratorias y diarrea, otitis media, maloclusión dental entre otros y, a largo plazo reduce el riesgo sobrepeso y obesidad, diabetes mellitus tipo 2 y leucemia durante la infancia, e incluso se ha relacionado con mayores puntuaciones en test de inteligencia.
La composición de la leche cambia no sólo por el periodo de lactancia (calostro, leche de transición o leche madura), se ve influenciado por la alimentación materna, y además se adapta a las necesidades del lactante siendo su composición distinta según las horas del día y según el momento de la toma.
La producción de leche es un proceso estructural y funcional de la glandula mamaria y regulada por varias hormonas, sobre todo por la prolactina.
Toda la preparación hormonal para la secreción láctea, empieza inmediatamente antes y durante el parto. Después del parto, se inicia la producción de leche y tras 50-72 horas ocurre la “subida de la leche” la madre percibe un mayor volumen de la mama que es consistente y dolorosa. Un retraso en esta subida pone en riesgo la lactancia y existen algunos factores de riesgo para que esto ocurra: Vaciamiento incorrecto del calostro, situaciones de estrés de la madre por un parto doloroso y prolongado, cesáreas no programadas, etc.
La madre debe prepararse mental y anímicamente para la lactancia, pero no parece eficaz el intento previo de “preparar” el pezón. El estímulo del pezón después del parto, aumenta la prolactina y en caso de no haberlo la prolactina se reduce a niveles pre-embarazo. Por otro lado, la secreción láctea disminuye en caso de que el vaciamiento no sea correcto, lo que normalmente ocurre cuando por una mala técnica se obstruye la salida de los conductos galactóforos. El aumento de presión que se produce, condiciona un compromiso vascular del alveolo y que actúen inhibidores de la prolactina y por tanto de la lactancia.
Trabajando juntos por la salud de nuestros niños
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